a través de mis dedos,
dibujando en tu lienzo
la oscuridad de mis versos.
Prendes, prendo, prendemos.
Por cada caricia, un escalofrío.
Por cada pliegue recorrido, suspiros,
como si mis labios fueran vicio.
Temo escribir si no es de ti,
de la llama,
de tu mirada de ceniza,
huyendo en el viento que emana.
Temo evaporarme
si no son mis dedos los consumidos
en tu ardiente pecho,
si no son mis labios tuyos.
Es por eso que escribo de noche,
tratando de huír hacia la llama
que llora por alguien que la toque.