Escribir es viento fugitivo
-Blas de Otero-
Como mojando la pradera,
así se posó el dorado
aquella tarde sobre su torso.
Lloraron playas y girasoles,
cumbres y barrancos,
huérfanos de una luz
que tras las cortinas
acertó una espalda desnuda.
Fría y bañada en oro,
a merced de un poeta
que cambió la pluma por la brocha,
aquel lienzo de carne, hueso y caricias
no fue sino la mejor obra
que un escritor jamás hubiese concebido.
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