lunes, 12 de diciembre de 2016

Ocaso

                               Escribir es viento fugitivo
                               -Blas de Otero-
   

Como mojando la pradera,
así se posó el dorado
aquella tarde sobre su torso.
Lloraron playas y girasoles,
cumbres y barrancos,
huérfanos de una luz
que tras las cortinas
acertó una espalda desnuda.

Fría y bañada en oro,
a merced de un poeta
que cambió la pluma por la brocha,
aquel lienzo de carne, hueso y caricias
no fue sino la mejor obra
que un escritor jamás hubiese concebido.

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